La decisión para divorciarse siempre es más difícil cuando existan niños en el matrimonio. Sin duda que que a ellos les afecta tanto como a los adultos pero desde otro punto de vista. A parte de lo emocional existen múltiples riesgos psicológicos que debido a un divorcio hay que minimizar para paliar los efectos negativos globalmente. El perito psicólogo estudia la idoneidad de los padres y las medidas de custodia (compartida o monoparental) que mejor se adapten a los menores.
Riesgos psicológicos
Estos factores de riesgo se pueden resumir en los siguientes puntos:
Convivencia temporal o permanente con alguno de los progenitores, familiares o terceras personas. A raíz de un divorcio los niños pueden estar obligado a vivir con algún familiar no deseado como puede ser alguno de los progenitores, o mudarse con alguno de los progenitores a casa de los abuelos, tíos o amigos, lo que claramente les causa un cambio en el sentimiento de seguridad por haber perdido algo sin poder ejercer ningún control sobre este acontecimiento.
Cambio de colegio: Ocasionalmente el divorcio supone un cambio de residencia, ciudad o colegio, lo que implica el cambio de las relaciones sociales a la vez que cambia la estructura familiar y rutina diaria de funcionamiento.
Existe una clara disminución de influencia por parte del progenitor con quien no convivan regularmente por lo que pueden experimental la falta de una figura paterna o materna, que sobre todo se podrá dejar huella en sus relaciones futuras.
Disminución de poder adquisitivo: a menudo un divorcio supone una pérdida y renuncia de bienes materiales, que afecta la estructura y funcionamiento económico de todos los miembros.
La introducción de las nuevas parejas o nuevo nacimiento de un hermano con esa nueva pareja puede desmontar el esquema familiar más allá del divorcio. Este factor es algo mucho más importante de lo que pensamos ya que juega un papel primordial en la relación de los hijos y el progenitor que tiene una nueva pareja. La gestión adecuada desde el principio va a determinar el hilo de la relación. Es necesario que tengamos presente que un menor no puede saber qué es el autoconocimiento ni dispone de recursos gestionar sus emociones.
Todos estos riesgos psicológicos pueden complicarse y agravar la situación si existe además:
- Una negación o mala aceptación del divorcio por parte de los menores.
- Una lucha explícita, enfrentamientos abiertos entre los progenitores.
- Intención de dañar la imagen de alguno de los progenitores ante de los niños.
- Existencia de trastornos mentales o adicciones por parte de alguno de los progenitores y/o hijos.
- Mala relación parental entre los hijos y los niños.
- Violencia intrafamiliar (de género o hacia los niños).
Los efectos de estos factores pueden manifestarse de manera siguiente:
- Deterioro claro en el rendimiento escolar.
- Baja autoestima y autoconcepto.
- Tristeza, apatía e irritabilidad.
- Dificultades en el entorno social por problemas de conducta o retraimiento excesivo.
- Búsqueda compulsiva de sensaciones, como abuso de drogas u otras conductas de riesgo.
- Problemas de sueño, de retener la micción nocturna, o de alimentación.
- Miedos inusuales y conductas de dependencia
Todos estos problemas en muchas ocasiones deben ser tratadas por psicólogos especializados contando en estos momentos con la posibilidad de acudir a terapia online.
Según la edad pueden ser diferentes los riesgos psicológicos que afectan a los sentimientos que surgen a raíz de un divorcio:
Menores de 5 años:
Pueden sentirse culpables, por no entender la situación.
Pueden tener miedo de que ellos también puedan ser abandonados en algún momento.
Niños de entre 6 y 12 años:
Son las edades más complicados en cuanto al divorcio, ya que pueden comprender la situación pero todavía les falta madurez para asumir y gestionar el dolor y desilusión, por lo que necesitarán guía y ayuda para solucionar el conflicto interno.
Pueden tener conductas y fantasías excesivas para juntar de nuevo la pareja, lo que les genera mucha frustración ante la imposibilidad.
Adolescentes a partir de los 13 años:
- Decepción ante las relaciones de pareja que lo pueden proyectar a sus propias relaciones amorosas.
- Miedo y soledad ante la duda de poder encontrar un amor que perdure en el tiempo.
- Pueden sentirse culpables.
Según el sexo:
Según las investigaciones las reacciones al divorcio aparecen de manera más inmediata y algo más dramática en los varones que puede ser la aparición de mayor agresividad o conductas disruptivas.
Las niñas suelen tener problemas mas internalizados como tristeza y depresión, llegando a la adolescencia pueden tener mayor manifiesto de estas conductas.
Ante estas conductas es primordial la comprensión de los padres, escucharles y asegurarles las relaciones fluyentes entre ellos y los progenitores. Intentar que los niños puedan seguir con la rutina diaria que tenían antes del divorcio, y quitarles presión sin meterles en situaciones donde tengan que elegir entre los dos progenitores, es algo crucial. Como norma general, cuanto mejor lleven los padres el divorcio, mejor adaptación se espera por parte del los niños también. Ante cualquier duda es importante pedir ayuda de un psicólogo en forma de tratamiento o simple asesoramiento para poder redactar un plan de parentalidad que se adecue a la situación familiar real, preservando los intereses de los menores.